Menos mal que Emilio Ichikawa ha sacado la cara por la decencia de los que publican obituarios y ha recordado con respeto al hoy desaparecido Rufo Caballero, un ensayista de cuarenta y cinco años, que no pensó que hoy sería citado una y mil veces por su última contribución al debate de la isla y no por ninguno de sus libros, premios, chistes, manías, gustos, conocimientos o sus temas. Escritor oficialista, dice el Diario de Cuba. Cuando yo estudié periodismo, el valor humano de la noticia era lo importante. Hoy nadie se inmuta ante la pérdida, nadie parece reparar en el absurdo de la muerte de un hombre joven, premiado, con una amplia obra, sino que basta agregar el apellido "oficialista" para borrar los matices, enterrar una vida, sellar una lápida.
Esta servidora lo conoció poco, lo leyó mal y la única relación que tuvo con Rufo fue un triste "aval" para algo que no recuerda bien, pero a pesar que fue un breve intercambio, me han indignado las notas indecentes, inadecuadas, y feroces que le pasan la cuenta a un hombre que ya no puede contestar. Si se tiene en la redacción un texto ofensivo, se retira y se deja reposar, por elemental sentido de la responsabilidad ya que es mucho pedir que como en la antigüedad se haga silencio ante el paso del cortejo fúnebre. Mi más sentido pésame a sus familiares y amigos.
El texto de Ichikawa
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