No debo pasar por alto un libro de Juan Cueto–Roig, publicado y recibido en medio de la pandemia que tiene a la mayoría confinada en sus casas, comunicada a través de las redes sociales (o debo decir "enredaderas" sociales), pendientes de tantos imponderables. Un libro puede leerse sin máscara, no hay que exponerse cerca de otro, salvo ese que lo escribió y el autor, está lejos, también en cuarentena, como las que durante las plagas, retuvieron a Petrarca y a Boccaccio. Solo que Cueto-Roig hace muchos años que experimenta con contra-cuentos, very-cuetos, sin contar sus cuentos-cuentos y traducciones y todo lo que se me queda en el tintero, entre estos un libro-homenaje a Raquel Revuelta, la gran actriz cubana. Este se llama Tres divertimentos, es blanco inmaculado y lo publica Silueta.
Del mismo modo que Mozart hizo sus "bromas musicales", Cueto juega al azar concurrente, a insertar un poco de locura en nuestras vidas rutinarias, cuando para la mayoría, la lectura de un libro en papel, que pesa, huele, se toca y acaricia, es un placer casi en vías de extinción. A mí me llega caído del cielo, como si no estuviésemos ni siquiera preparados para la sorpresa y la «fineza». Aquí estoy con su huerto, su breviario y su bestiario. Entre todos los segmentos del libro, me quedo en el huerto con su sandía, esos "diminutos peces negros, en roja red atrapados"....
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