
Con catorce años, llega con su madre y un viejo baúl en el que viajaron mantones de Manila, libros y objetos. Gloria Pérez viste una capa de cibelina que transforma para cada ocasión, como en el teatro, y allí, sin proponérselo, cuando recita delante de una actriz de la Comedia Francesa, Colonna Romano, se traza su destino. No por conocida la historia de María Casares deja de conmover. Circunstancias fortuitas la llevan a declamar después frente al mismísimo André Antoine, quien le critica sus brazos alzados hacia el “cielo de Verlaine”. Es una exiliada, la hija de un republicano español, Santiago Casares Ortega, ministro de la II República de Azaña y en su cartilla, por identificación, las palabras “residente privilegiada”. En su apartamento de Vaugirard 148, cerca de las palomas, transcurren más batallas y más intrigas que en la escena mientras carga con la dulce morriña gallega y amparan – dos refugiadas- a Nina, la amiga judía. Casi todos han extraido del texto su relación con amantes, amigos y amores, de Albert Camus, Gordon Craig a Gerard Phillipe, o con su padre - posteriormente se ha publicado la correspondencia entre ambos que María cita de forma fragmentaria- pero para mí lo que lo recorre de punta a punta, es un sentido del teatro como servicio y como patria, sin hechos puntuales, alabanzas ni premios, sin referencias eruditas, pues nada afectaba tanto su intelecto, dice, como leer teoría teatral. Después de la pérdida de Nina, en el escenario, con Jean Marchat, pierde la concentración y tiene que salir. El actor suple con elegancia su momento de vacío. Después del incidente, Marcel Herrand le dice:
– Tienes que aprender a quedarte en escena.
María Casares lo aprendió y se quedó. “Es más fácil triunfar que durar”, decía Jouvet. Antes, "Marcel Herrand me había hecho descubrir - escribe- que se actúa mejor en escena cuando uno se siente querido". No hay mejor libro sobre la iniciación en el teatro, sobre las causas que provocan en una actriz un estado de trance, fiebre o miedo, el trac, que el de esta residente con un raro privilegio.
El lector excusará una nota sobre un libro publicado en 1981, que debo a la recomendación de Francisco Morín. Leer "En la muerte de María Casares" en El sí mágico, un excelente recuento biográfico crítico.
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