Los temas que propone la obra (se refiere a Exilio) no pueden catalogarse de infructuosos, ni de contrarrevolucionarios.
Solo es una expresión otra del arte teatral durante la Revolución, de los que soñaron y se desencantaron, de los que dolorosamente fueron marcados, de aquellos a quienes ahora, en esta antología, se les pide perdón.

En la misma nota, su autor nos previene de que podría ser sólo una estrategia coyuntural, pero prefiere no pensar en ello.
El riesgo de publicar en una antología de teatro de la Revolución tales textos, al parecer asumidos, significa, para aquellos que marcharon y aun marchan del país, la voluntad de las direcciones culturales de iniciar un diálogo con los artistas cubanos de “aquella orilla”. Que sea una estrategia, una manipulación, una política cultural, no creo que valga la pena pensarlo.
Confieso que en lugar del «perdón» cristiano que he visto utilizado con mucha frecuencia, hablaría de restitución, ya que de lo que se trata no es de hallar un culpable o una remisión sino de recomponer y reconciliar una totalidad. No hay dudas sobre la actualidad de Rine Leal en sus textos del 92 y del 95 a propósito de la antología de Carlos Espinosa y Moisés Pérez Coterillo y la suya propia en Ollantay. Tampoco de que no se hubiese privado de escribir -al menos- una breve introducción.
¿Para estos tiempos escribió Rine Leal?
Encuentros en La Habana y Nueva York
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