El interés que el espectáculo Embajadores de Broadway ha tenido en la prensa y el público cubano hace pensar que se ha cerrado el círculo abierto en 1980 –primera edición del Festival de Teatro de la Habana– del teatro alternativo, radical o fuera del mainstream norteamericano al exponente de su forma más representativa y comercial. Nederlander Entertainment con sede en Detroit ha establecido un intercambio creativo con la isla, según se informa.
Se podría tener la idea falsa de que nunca hubo grupos norteamericanos en la muestra ya que la historia recogida en su sitio web abarca sólo sus últimos diez años. Pero el San Francisco Mime Troup abrió la brecha con We can't pay, we won't pay : teatro político festivo que asombró en la sala Hubert de Blanck. En 1984, Joseph Papp y Bibi Anderson actuaron, él en inglés y ella en sueco una escena de La duodécima noche, mientras en diferentes ediciones se vio al Bread and Puppet, de Vermont, la afronorteamericana Ntozake Shange, el Teatro Rodante de Puerto Rico de Miriam Colón, el teatro 4 de Oscar Ciccone y las experiencias performativas de Johannes Birringer. En 1987 Ronnie Davies participó en el taller internacional paralelo al Festival junto con el director chicano José Luis Valenzuela para el montaje de El gran zoo, de Nicolás Guillén. Seguro que hay más, incluida la visita de Repertorio Español, con Revoltillo, de Eduardo Machado, que llegó tarde a la muestra, pasaron por un ciclón real, pero al fin actuaron, primer grupo de cubanos exiliados que se presentaba en La Habana, en lo que se pensaba sería el comienzo de un intercambio, que ha vuelto a recuperarse, con mucho más ruido que entonces.
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