Mientras una visión hasta cierto punto idealizada permanece porque, contra todos los pronósticos, la Lind se impuso y según Rosenberg hasta le permitieron encores, La Ilustración de Madrid (15 de marzo de 1881) y otros periódicos destacan, sin embargo, no sus excelencias vocales sino los precios "para oír sus gorgoritos", que a saber, fueron, en el Tacón, de 4 pesos dos reales por una luneta, 17 por un palco de primera y segunda, 13 por los de tercera, 2 pesos por la tertulia y 12 reales sencillos por la cazuela. Casi toda la prensa insiste como un estribillo:
Si la Jenny Lind no es un pico de oro no será porque sus admiradores no le hayan suministrado metal para mandarlo a hacer.Muchos años después El Moro Muza todavía habla, irónico, de la calandria, el ruiseñor y el sinsonte sueco. Su belleza ilumina la primera página.
Próximo "La Lind y el signor Vivalla".
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