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Cartel de la colección de la Universidad de Princeton |
En una ocasión Pubillones, hasta entonces el circo cubano más renombrado, les niega un palco en el Payret, donde se presentaba todos los años, y por el desaire Pablo y Jesús crean el que hasta hoy es, incluso para los que nunca lo vimos, el Circo de Cuba por antonomasia: el Santos y Artigas, el santiartigas de Severo Sarduy.
En los Estados Unidos reciben la asesoría de Charles S. Sasse, John y Charles Ringling –del Ringling, Barnun and Bailly– y de su director ecuestre Fred Bradna y en noviembre de 1916 comienza el famoso circo con una cabalgata y tiendas en la zona aldedaña al Payret.
Según Valcayo, salvo en los años 1931-1932, se mantuvo activo hasta 1945, fecha de publicación del libro, generalmente con dos carpas, el Circo Azul, bajo la dirección de Pablo Santos y el circo Rojo, al mando de Artigas, que recorrían en tren ciudades y pueblos de Cuba, en especial, los ingenios azucareros.
Un conocedor de las figuras del circo reconocerá la troupe de Horrin Davenport y los Hanneford en actos ecuestres, los alambristas Mijares, el domador Tom Wilmouth, las Loretta Twins, Castrillons, el príncipe Gargarán, el bailarín Pagán y Manolita y muchos otros, aunque más que en los artistas –siempre tan desconocidos– su interés es destacar los momentos emocionales, como su primera gira por América: duró casi dos años al frente de Santos, mientras Artigas cumplía con sus temporadas habaneras. De los "tarugos", a la vida en comunidad, los números con el fiero Sansón y la tigresa Diana, y el cuidado de los animales. También sus desastres –el traga-espadas Drumon o el acuario humano del Sr. Vallens– y el fatal accidente en el trapecio que costó la vida a José Arrieta (Chelín). No es el libro que esperaba y no habla del "circo" sino sólo del Santos y Artigas, obra de quienes con su imaginación y eficaz empleo de la prensa y la publicidad convirtieron los "caballitos" en memoria e institución.
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