
"No se nos oculta la importancia de este programa.
El becerro de oro, después de 109 años de escrita, sube por primera vez a un escenario. No se trata de una exhumación". Gracias a Julio Baladrón, arquitecto diseñador de la primera puesta de la obra de Joaquín Lorenzo Luaces, dirigida por Armando Suárez del Villar –quien rescató entre otras,
Los cheverones, de Barreiro, y
La hija de las flores, de la Avellaneda y que es, como se sabe, un director irrepetible, de los que marcó con su manera de hacer, un momento y una época, tengo el programa de la puesta de diciembre de 1967, año teatral tan fértil y comienzo del parte-aguas, en los setenta, de la vida cubana y de su escena. Según me cuenta Julio, diseñó en papel
kraft el telón de boca pero como la obra se puso tantas veces, este no resistió y fue suplantado en otras puestas por la escenografía de Tomás Oliva.
En todas se recuerda la concha del apuntador "para acentuar las analogías" y las candilejas, "que distorsionan la figura" así como las actuaciones de Laura Zarrabeitia, Flora Lauten, Manolo Terrazo, Adolfo Llauradó, Manuel Pereiro, la música de Jorge García Porrúa y las parodias operáticas de Marta Valdés, entre tantos nombres ilustres que figuran en el programa. Contiene un texto clásico: "Aviso sobre Luaces" de Antón Arrufat, recogido en varias selecciones del autor y uno de los ensayos que más me gustan. Todo en papel de envolver mercancías, cuando se hacían programas bellos e informados.
Mis fotocopias no le hacen verdadera justicia.
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